Lección Siete

COMPAÑERISMO

Vilmarie Cintrón-Olivieri
José Manuel Capella-Pratts

I. ORACIÓN DE APERTURA

Señor, abre mis labios,
y con mis labios te cantaré alabanzas.
(Salmo 51:15)

“Pequeñas Aclaraciones”(Cuando el pobre)1

(El himno puede ser leído o cantado.)

1 Cuando el pobre nada tiene y aún reparte,
cuando alguien pasa sed y agua nos da,
cuando el débil a su hermano fortalece,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

2 Cuando alguien sufre y logra la esperanza,
cuando espera y no se cansa de esperar,
cuando amamos aunque el odio nos rodee,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Al reunirnos a estudiar la Escritura, camina a nuestro lado, oh Dios. Que podamos verte en cada persona aquí reunida. Amén.

1. José Antonio Olivar & Miguel Manzano, 1970; en El Himnario Presbiteriano #378; Estrofas 1-2.

 

II. LA PRÁCTICA DEL COMPAÑERISMO

Compañerismo/fraternidad como práctica de evangelismo

Por décadas, gran parte de la cristiandad ha visualizado el evangelismo principalmente como un ejercicio de comunicación verbal: preparar un sermón u ofrecer un discurso donde al final se le pide a la audiencia que tome una decisión por Cristo como Salvador y Señor. Con esta forma de entender el evangelismo, la responsabilidad ha sido entonces descargada en pastoras, pastores, y un tipo de predicador o predicadora especializada a quien se suele identificar como “evangelista.” Ese entendimiento ha sido muy beneficioso para muchas personas a través del tiempo. Quizás alguna o alguno de nosotros hayamos llegado al camino de la fe de esta manera. No obstante, queremos recordar que la tarea de la evangelización es asunto de toda persona discípula de Jesucristo. Es una responsabilidad colectiva de la Iglesia como cuerpo de Cristo.

En la vida todo se circunscribe a relaciones. Las relaciones son fundamentales en la formación de cualquier comunidad. La Iglesia es una comunidad. En este caso se trata de una comunidad especial a quien las Escrituras denominan “cuerpo de Cristo”, y como tal, ha de estar en relación con Dios, con el prójimo y con el mundo, modelando los valores que Jesús vivió y enseñó. La sección de “Las Bases del Gobierno Presbiteriano” en el Libro de Orden afirma que:

La Iglesia ha de ser una comunidad de fe… La Iglesia ha de ser una comunidad de esperanza… La Iglesia ha de ser una comunidad de amor… La Iglesia ha de ser una comunidad de testimonio….2

Notemos que la fe, la esperanza, el amor y el testimonio se cultivan en el contexto de la comunidad.

Donald McKim nos recuerda que “la iglesia representa el reino de Dios dentro de su propia comunidad. Debe ser una fraternidad que modele el amor, el perdón, la justicia y la reconciliación que Jesús encarnó. Debe ‘mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz’ (Efesios 4:3). La iglesia es la fraternidad donde hallamos un anticipo del reino venidero de Dios”. 3

Con esto en mente, en esta lección queremos plantear que la formaenquenosrelacionamos con otras personas es una práctica de evangelización, es decir, una forma de comunicar la buena noticia del amor de Dios en Cristo Jesús. El Nuevo Testamento utiliza el término griego koinonia para referirse adichas relaciones, en ocasiones traducido como compañerismo, fraternidad, relación, participación, o comunión.

2. Iglesia Presbiteriana (EE. UU.), El Libro de Orden (2019-2021), F-1.0301.

3. Donald K. McKim, Preguntas Presbiterianas, Respuestas Presbiterianas (Louisville: WJK, 2017) 76.

III. REFERENCIA BÍBLICA

Explorando el compañerismo en Las Escrituras

Vamos a observar la práctica de koinonia de los primeros cristianos según retratadas en Hechos 2. Pero hay una pregunta que debemos considerar primero: ¿De quién aprendieron cómo se ve la fraternidad y el compañerismo en la práctica?

Lucas 19:1-10

(Haga una pausa para leer el pasaje de las Escrituras)

Zaqueo era un cobrador de impuestos. En la Judea del Siglo Primero los cobradores de impuestos eran personas despreciadas. En primer lugar eran parte del sistema de opresión política y económica del imperio romano. En segundo lugar, su frecuente contacto con los romanos (extranjeros) los hacía ritualmente impuros ante los ojos judíos. En tercer lugar, se sabe que los cobradores de impuestos se enriquecían haciendo trampas y cobrando de más. Tan despreciados eran, que “cobrador de impuestos” era visto como sinónimo de “pecador”. Un varón judío que se considerara “decente” no se juntaría con un cobrador de impuestos; mucho menos entraría en su casa ni compartiría en la mesa. No obstante, eso es precisamente lo que hace Jesús. En lugar de pasar de evitar a Zaqueo y seguir de largo, Jesús lo mira ¡y se invita a compartir en su casa! Nótese que Jesús se acerca a Zaqueo no con el propósito de venderle un producto o empujar un dogma. Simplemente va a la casa a estar con él. Y ese gesto de compañerismo sincero es lo que toca el corazón de aquel que la gente llama “pecador” pero Jesús llama “hijo de Abraham.”

John Pavlovitz4 explora el concepto de “comunidad sin agenda”, y compara el comportamiento de algunas personas de la iglesia con el de un vendedor cuyo objetivo claramente definido es venderle algo. En Jesús no encontramos el enfoque del vendedor, sino el enfoque del compañerismo: el que ve a la persona y ofrece un corazón abierto con el deseo auténtico de construir una relación.

Hechos 2:42-47

(Empiece por leer el pasaje de las Escrituras)

Hechos es la secuela del Evangelio Según Lucas. Mientras que Lucas nos cuenta sobre la vida y obra de Jesucristo, Hechos nos cuenta sobre la comunidad de sus seguidores bajo la dirección del Espíritu Santo. Hechos 2:42-47 describe la vida cotidiana de aquella comunidad de discipulado luego de haber sido investida con el poder del Espíritu en el Día de Pentecostés. La detallada descripción nos muestra una comunidad donde se cultivaban las buenas relaciones: con Dios y con el prójimo.

Era una comunidad que practicaba el compañerismo y la fraternidad: aprendiendo, adorando y orando juntos, ayudándose y cuidándose unos a otros, compartiendo alimentos y recursos. Su forma de vivir tuvo un impacto favorable en las personas que les rodeaban. En tiempos de imperio y opresión, la Iglesia modeló y encarnó un camino diferente.

Termina el texto diciendo que “cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número de los que él iba llamando a la salvación” (Hechos 2:47). Es importante observar la frase “y el Señor hacía crecer.” No es nuestra tarea “añadir”. Nuestra tarea es testificar en palabra y acciones. Es el Señor quien añade.

En lugar de preguntarnos cómo añadimos miembros nuevos a la matrícula de la Iglesia, tal vez debiéramos preguntarnos cómo practicamos una vida de compañerismo y fraternidad que refleje el carácter de Cristo Jesús, y confiar el crecimiento a las manos de Dios.

4. John Pavlovitz, A Bigger Table: Expanded Edition with Study Guide (Louisville: WJK, 2020), Capítulo 10.

IV. ILUSTRACIÓN

Familia: Historias de Koinonia

Y eran fieles en conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en reunirse para partir el pan y en la oración.
(Hechos 2:42)

Jay5 no había visitado un templo cristiano en décadas. Como empresario exitoso en la comunidad, Jay era un pilar de la sociedad: respetado, reconocido, admirado. Sin embargo como hombre gay se sentía juzgado y rechazado por la comunidad de fe que le había nutrido en su niñez. Tristemente este rechazo era cierto… no podemos dorar la píldora. Había hecho su vida fuera de la comunidad de la iglesia. El prejuicio de la iglesia le mantuvo lejos, más no le mantuvo lejos de un Dios de amor.

A pesar de esto, Jay tenía hermosos recuerdos de su niñez en la iglesia, particularmente recuerdos de cuando ayudaba a su madre a preparar los elementos para la comunión. Un día Jay se encontró nuevamente en un templo en un domingo de comunión. Un familiar había insistido una y otra vez que Jay asistiera. “Esta iglesia es diferente,” le dijo. Estaba yo (José Manuel) sirviendo ese día. “¿Falta alguien por participar de la mesa?” Caminé hasta el escaño donde Jay estaba sentado y le ofrecí el pan y la copa. Participó en la comunión por primera vez en muchos años.

Cuando el servicio de adoración a Dios culminó, Jay nos acompañó a almorzar. Para entonces, ya era parte de la familia. Más tarde esa noche, recibí una llamada de él. Casi no podía entender sus palabras en la llamada, entre sollozos por la emoción que le embargaba. Pero las palabras que sí pude entender fueron “Me incluiste… me incluiste…” Jay pasó a ser parte integral de nuestra comunidad de fe hasta el día de su muerte unos años después. Pasó a morar con Dios sabiendo de Su profundo amor gracias al compañerismo y la fraternidad de una comunidad de fe que le amó también. Este sentido de fraternidad y comunión—abrazándole sin juicio ni condenación— reavivó la conexión espiritual perdida con el Dios de amor.

…en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y eran estimados por todos; y cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número de los que él iba llamando a la salvación.
(Hechos 2:46b–47)

“Hola, mima, Dios te bendiga. Besitos…” Este es el saludo usual de nuestra querida Alina, la matriarca de la familia Soto. Este saludo siempre viene acompañado de un abrazo. La familia (compuesta por su esposo Luis, y sus hijos/as), familia extendida y amistades de todas las edades y procedencias fácilmente ocupan dos escaños en el santuario de la iglesia los domingos en la mañana. Esto es producto directo de las relaciones interpersonales que la familia establece con su familia extendida, amistades y vecinos/as.

Desde que les conocimos, el hogar de la familia Soto ha sido refugio para muchas personas que han necesitado un lugar donde quedarse, una conversación o una comida casera. Desde familiares llegando de Cuba, hasta personas conocidas que se convierten en familia, los Soto les han recibido en su momento de necesidad. Luis y Alina son el epítome de lo que significa estar en relación con otras personas. Saben lo que verdaderamente significa ser “familia,” y en su presencia eso es exactamente lo que eres. Ser intencional en nutrir la amistad dentro de la familia extendida y en el vecindario ha provisto oportunidades para compartir la Buena Nueva de salvación con otras personas, conociéndoles y amándoles tal cual son. Su alegría y sencillez de corazón son una ofrenda de alabanza a Dios, quien les amó primero, y son una bendición para la comunidad de fe que nutren y llaman suya.

5. El nombre de la persona en la primera historia ha sido sustituido a petición de los escritores.

 

V. HÁBITOS PARA EL COMPAÑERISMO: KOINONIA

Citando al Rev. Tom Bagley en la lección sobre la oración, “Vivir el estilo de vida de Jesús no es fácil, y sólo puede lograrse dependiendo de Dios y en relación, en comunidad, con otras personas.”6 Estar en relación y en comunidad requiere propósito, tiempo e intención. Es trabajar hacia una comunidad que practique el compañerismo y la fraternidad: aprendiendo, adorando y orando juntos, ayudándose y cuidándose unos a otros, compartiendo alimentos y recursos, mientras se acoge, acepta y nutre a las demás personas. Presentamos a continuación tres hábitos que pueden ayudar a cultivar este tipo de fraternidad.


Reconocer Imago Dei, la imagen de Dios, en toda persona.

Reconozca a toda persona como “recipiente de la imagen de Dios con historias y sabiduría que compartir…”7 Habiendo sido creadas y creados a imagen de Dios (Génesis 1:27), hay algo de Dios en cada una y uno de nosotros. En la historia de Zaqueo vemos cómo Jesús se acercó y le trató. Unos capítulos antes de este relato, en una conversación con un experto de la ley, la multitud que seguía a Jesús, incluyendo sus discípulos, había recibido la lección del mandamiento más importante: amar a Dios y al prójimo. En la historia de Zaqueo, las personas que observaban, aquellas que comenzaron a criticar a Jesús, como el experto en la ley en capítulo 10, se preguntaban quién sería “digno” o “digna” de ser su prójimo, cuando la pregunta es al revés. Tenemos el ejemplo de Jesús quien se hizo prójimo del otro y quién reconoció la dignidad de todo ser humano. Trabajar en crear relaciones humanasauténticas y comunidades salutógenas incluye hacer una labor intencional de introspección real y honesta, considerando el sesgo implícito y los prejuicios, para poder verrealmente reconocera toda persona que encontremos como portadora de la imagen de Dios. En el proceso de desarrollo de este hábito, la persona o congregación pueden considerar la necesidad de recibir guía profesional o adiestrarse en áreas como sensibilidad cultural y antirracismo.


Cultive el arte de escuchar y prestar atención.

En un mundo lleno de distracciones, escuchar y prestar atención requiere estar presentes, con todos los sentidos,considerando incluso el lenguaje corporal y los matices al conversar con otras personas. Los Revs. Rob Mueller y Krin Van Tatenhove describen esta práctica como desarrollar “El ADN de escuchar”. Citan a la Rev. Kay Lindahl del Listening Center en Long Beach, California: “Aprender a realmente escucharnos el uno al otro es el comienzo de un nuevo entendimiento y [sentido de] compasión que profundizan y amplían nuestro sentido de comunidad.”8 Al fomentar relaciones interpersonales auténticas con Dios y con el prójimo, es importante escuchar las historias de vida, verdades, experiencias, necesidades, heridas, alegrías y penas de los y las demás. Al hacer esto se pueden descubrir intereses en común, acercamientos y proyectos misionales, qué está funcionando en nuestra comunidad y qué no, además de qué es lo que nuestra comunidad realmente necesita. Nuevas ideas han de florecer, acercando relaciones e impulsando la misión hacia adelante. Tanto puede pasar si prestamos atención al prójimo y al Espíritu Santo. En el proceso de desarrollo de este hábito, considere cómo practica el escuchar y prestar atención. ¿Está realmente presente, escuchado pausadamente y con intención? ¿Está usted distraída o distraído en sus propios pensamientos, aparatos electrónicos y actividades?

¿Están usted y su comunidad de fe, tomando el tiempo necesario para escuchar a los demás y al Espíritu Santo entre ustedes?


Establezca relaciones auténticas y trabaje intencionalmente en cómo conectar con otras personas.

Como dijéramos anteriormente, estar en relación y en comunidad requiere propósito, tiempo e intención. Priorice conectar, establecer lazos de comunicación, con, al menos, una persona o familia nueva en su comunidad: un vecino, una compañera de trabajo o de estudios, un familiar lejano. Al ser intencional en conectar con otras personas tenga cuidado de no ser ser intrusivo o crítico. Respete las personalidades y los linderos personales. Siguiendo el ejemplo de Jesús, la meta es fomentar relaciones que nos empoderen y nos animen, construir relaciones auténticas, que den vida y cambien vidas, y que testifiquen el amor y gracia de Dios. En el proceso de desarrollo de este hábito, considere la siguiente cita de John Pavlovitz: “¿Y qué si la mejor manera de hacer discípulos es demostrando la más completa encarnación de Jesús que podamos ser y confiar en ello?” 9

Una palabra de sabiduría: Estos hábitos son interdependientes y continuos. Por ejemplo, en el proceso de fomentar relaciones auténticas, una comunidad de fe puede descubrir que necesita aprender más sobre las luchas o vivencias que aquejan a sus miembros.

6. Traducción nuestra.

7. John Pavlovitz, A Bigger Table: Expanded Edition with Study Guide (Louisville: WJK, 2020) 98. Traducción nuestra.

8. Krin Van Tatenhove & Rob Mueller, Neighborhood Church: Transforming Your Congregation Into a Powerhouse for Mission (Louisville: WJK) 34. Traducción nuestra.

9. John Pavlovitz, A Bigger Table: Expanded Edition with Study Guide (Louisville: WJK, 2020) 100. Traducción nuestra.

 

VI. PREGUNTAS DE DISCUSIÓN
  1. A la luz de los ejemplos de compañerismo y fraternidad en las lecturas de Lucas y Hechos, identifique ejemplos concretos de compañerismo y fraternidad en su contexto y/o comunidad.
  2. Reflexione en la cita de John Pavlovitz: “¿Y qué si la mejor manera de hacer discípulos es demostrando la más completa encarnación de Jesús que podamos ser y confiar en ello?”
    ¿Cómo puede usted o su comunidad de fe demostrar —ser para otros — la más completa encarnación de Jesús? Comparta ideas concretas como puntos de partida en esta dirección.
  3. Muchas personas han sido parte de comunidades de fe que, lejos de dar vida, se tornan tóxicas y drenantes. En la búsqueda de fraternidad, de comunidades que empoderen, den vida y testifiquen del amor y gracia de Dios, ¿cómo puede usted o su comunidad de fe prevenir el convertirse en una comunidad tóxica y drenante? Comparta ejemplos de prácticas — sean espirituales o de otra índole— que garanticen espacios seguros y relaciones salutógenas.

Descargue las preguntas de discusión.

VII. ORACIÓN DE CLAUSURA

Nuestra ayuda viene del Señor,
creador del cielo y de la tierra.
(Salmo 124:8)

“Pequeñas Aclaraciones” (Cuando el pobre)10

(El himno puede ser leído o cantado.)

3 Cuando crece la alegría y nos inunda,
cuando dicen nuestros labios la verdad,
cuando amamos el sentir de los sencillos,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

4 Cuando abunda el bien y llena los hogares,
cuando alguien donde hay guerra pone paz,
cuando “hermano” le llamamos al extraño,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar,
va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Sea este himno nuestra oración, oh Dios.
Mientras vamos en este andar contigo, ayúdanos a ver tu imagen en cada persona que encontremos en el camino, sabiendo que cada una de ellas es nuestra hermana, nuestro hermano.
En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro ejemplo de amor y práctica.

Amén.

10. José Antonio Olivar & Miguel Manzano, 1970; en El Himnario Presbiteriano #378; Estrofas 3-4.

 

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